A lo largo del tiempo, el teatro de títeres ha conseguido expresar las alegrías, los miedos, las inquietudes y los deseos de un público amplio y heterogéneo, reunido al azar por una celebración religiosa o una reunión pública. También ha cumplido una función de información y de divulgación de noticias, de transmisión de valores y de códigos de comportamiento.
Todos los objetos pueden ser trasformados en títeres. El títere es un muñeco que podemos construir nosotros mismos. Una papa con un tenedor clavado o una caja de fósforos que conversa con otra, los títeres pueden tener formas diferentes, estar construidos por los más variados materiales, desde la madera hasta el metal, desde el cartón hasta el plástico. Lo importante es que, a través de los títeres, sea cual sea su forma, podemos comunicar con otras personas y decir todo lo que queremos. Los títeres pueden entretener y hacer pensar, pero sobretodo deben hacer reír y divertir. Es imposible una definición única del títere.
La popularidad del teatro de títeres ha llevado a que, con frecuencia, se haya transformado en una herramienta utilizada por profesores, psicólogos, actores, políticos y una variada gama de profesionales que no han dudado en adaptarla para sus propios fines. Al respecto, señala la profesora Viviana Rogozinski lo siguiente: “Se ha utilizado el títere en campañas de alfabetización, vacunación, lactancia materna, alimentación, higiene bucal, campañas políticas, etc. Así se consigue transmitir información que, de otro modo, muchas veces sería rechazada si en lugar de un títere, el informante fuera un médico, un psicólogo u otro profesional.”